Despertar no es igual en mi celda. A veces pienso y sueño despierto. Miro a mi alrededor y lo transcurrido hasta ahora, las cuatro paredes que me rodean y no permiten entrar la luz del día.
Mi pálido cuerpo reclama lo natural de ver el sol. Mi días se vuelven noches. Mis pensamientos me carcomen la cabeza y al pasar los días me pregunto si realmente existe Dios y por qué permite el sufrimiento.
A veces pienso si me volveré loco. Sólo el tiempo lo dirá...
El tiempo no pasa. ¡Es como si fuera eterno!. No puedo distinguir entre el día y la noche. Solamente espero el día en el que cumpla mi condena...
Gastón me movilizó mucho leerte y escribí esta nota en una revista literaria. Te la comparto a vos y otros lectores interesados:
http://lapapa.online/palabras-confinadas-con-ganas-de-salir/
Es hermoso lo que escribes, Gastón. No aflojes que poner lo que se siente en palabras es un acto mágico que nos salva y nos protege del dolor y la dureza de la vida. Abrazo.